miércoles, 9 de julio de 2014

El trabajo


Si nos preguntamos que distingue al ser humano del resto de los animales probablemente encontremos millones de resultados en google que a su vez son millones de respuestas diferentes. Unos dicen que es que somos inteligentes, argumento que podemos desechar rápidamente al observar a algunos seres humanos, y para no enfocarnos en lo negativo diré que también podemos mencionar la inteligencia de algunos ejemplares y de especies completas para descartar esta diferencia. El Cristianismo nos dirá que los humanos  nos diferenciamos de los animales (porque no nos considera como uno más) en que Dios nos creó a su imagen y semejanza, por lo tanto nos parecemos más a él que a un mono, dotando al hombre de varias características que los animales no poseen como la capacidad de pensar o razonar. Hasta ahora esa es una diferencia que como todas las cosas que pretenden decir mucho en realidad no dicen nada. Pero le guste o no a Dios la verdad de la milanesa es que somos animales, así como también lo son los insectos.



Un amigo, que además es mi jefe, un día me recomendó leer Gung Ho escrito por Ken Blanchard. Una lectura recomendada para fomentar algunos valores en el trabajo a través del comportamiento de determinados animales, pero lo que parece ser una arenga o una motivación para el trabajo a mí me parece más un ejemplo de que algunos animales resuelven las necesidades básicas mejor que nosotros, y supuestamente sin pensar. Recuerdo el capítulo sobre la ardilla que, con una frecuencia casi cronometrada, recogía semillas y las llevaba a su madriguera, y cada X minutos volvía a  hacer lo mismo. El narrador explica que la ardilla lo hace porque sabe que su trabajo tiene un altísimo valor ya que de esa constancia depende su propia supervivencia. Al decir verdad yo creo que la ardilla simplemente lo hace y ya, sin saber muy bien por qué, no creo que este pensando en el año próximo. Con esto quiero decir que si vamos a nuestro trabajo todos los días o con la frecuencia que se requiera no es porque seamos seres pensantes o tenemos un gran sentido de responsabilidad ni nada menos, simplemente estamos haciendo lo mismo que hace una ardilla, que hace una abeja o cualquier otro animal (insectos inclusive), de hecho otros animales son más responsables que muchos de nosotros, lo más notable de esto es que la abeja recolecta el polen sin saber que de esto depende la existencia de toda la vida en nuestro planeta.


No me gusta el ejemplo de la ardilla para referirme al tema del trabajo ya que el 75% de las ardillas jóvenes mueren en su primer invierno. Me gusta mucho más usar a las abejas, y no para hablar de lo trabajadoras y buenas obreras que son, más bien creo que humanos y ardillas tal vez necesitamos aprender el valor de la vida en comunidad y el concepto de bien común.

Las abejas parecen ser la antítesis de la libertad, pero supondremos como todo el mundo, que carecen de la capacidad de razonar sino que simplemente cumplen su función sin siquiera cuestionarla. Las abejas viven en sociedades organizadas jerárquicamente en la que cada miembro cumple un rol fundamental para la colmena, lo interesante de esto es que las tareas se asignan por edad, por lo que una abeja a lo largo de su vida desarrollará muchas funciones. Por ejemplo, las abejas más jóvenes, con días de vida, se dedican a la ingrata labor de limpiar las celdas de la colmena, mientras que las más adultas (40 días) se dedican a la noble labor de polinizar, recolectar néctar y agua para la colmena. Así que cuando veas a una abeja glamorosamente posada sobre una flor, recuerda que partió haciendo el aseo. Se comunican entre ellas y se avisan de nuevos hallazgos de flores o de agua. Cuando la colmena es demasiado grande la reina puede poner larvas de nuevas reinas y abandonar la colmena para formar otra. Una abeja reina puede poner 2.500 huevos al día, por lo que entendemos que no lleva una vida de privilegios.

En este modelo social de las abejas prima el concepto de bien común, algo tan difícil de entender para los seres humanos. Volviendo a las ardillas muchas veces, como empleado, he sentido que recojo las nueces para otros, para después comprarlas. En cambio las abejas trabajan para todos los miembros de la colmena, y viven como cualquier otro miembro de la colmena, todas las hembras obreras han limpiado celdas, alimentado larvas, producido cera y recogido polen. Si somos tan inteligentes ¿Por qué no replicamos el modelo social de las abejas?, creo que es porque alguien se dio cuenta que no sabemos por qué hacemos las cosas, simplemente trabajamos porque está en nuestro ADN, igual que los animales sin saber por qué, y aprovechandose de ese instinto tan básico nos mandó a recoger nueces para otros. 

En este sentido creo que lo que nos distingue de los animales es poder elegir que hacer dentro de la sociedad, disfrutar de tu labor diaria y aceptar con orgullo que lo que haces es para ti y para todos, dejar de recoger nueces para una ardilla gorda y avara que acumula más de lo que puede comer y por último no seas esa ardilla. Lo que es yo..... al menos elaboré mi plan para ser un poco más humano y menos animal.... tal vez a futuro les cuente de eso.

1 comentario:

  1. Un poco atrasado mis comentarios, pero acá vamos. Me parece una excelente idea las metáforas que haces con los animales para resaltar nuestros defectos como seres humanos. En el caso particular del trabajo, la comparación con las abejas se cae en que ellas buscan, consciente o inconscientemente, el bien común y al parecer todas nacen "iguales", a diferencia de nosotros que ya somos distintos desde el momento de la concepción.
    La distinción que haces al final funciona sólo si tenemos las oportunidades, inquietudes y herramientas para dejar de ser animales, porque me imagino a una persona que vive a dos horas de su trabajo, él cual es monótono y muchos etcéteras, seguirá siendo la ardilla.
    Suerte con tu plan y admiraré a las abejas que estén posadas sobre las flores.

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